Hay más cosas entre el cielo y la tierra de las que han sido soñadas por tu filosofía, le decía el príncipe Hamlet a su amigo Horacio en el primer acto. Como por ejemplo este coche, varado en el pico más alto de la Sierra que forma la cadena de polígonos industriales. Manteniéndose, por elevación, en un equilibrio tan delicado como el de las ideas filosóficas, que son también vehículos del yo. Pero como sucede con las ideas cuando ya se han conducido mucho, dentro de este coche ya tampoco parece haber nadie. Lo que no le dijo el príncipe a Horacio es que el universo está mal señalizado, y que a la mínima puedes acabar como una «cabra». Y eso que este coche era una idea de las de Campeonato.