El fotógrafo, situado en la meta volante, fija este momento de vértigo. La rueda delantera de la bicicleta se asoma por el balcón, rebasando la barandilla. Como si fuera una vecina más del barrio. Pero una vecina todo terreno. Es posible que se haya quedado encerrada y quiera llamar la atención o que se encuentre en coloquio con la ventana de la casa de al lado, que presenta esa forma de gran armario, iluminado por una luz de atardecida. Una bajante separa el campo de la bicicleta y el de la galería. Y la maniobra de la máquina, con medio cuerpo fuera, a la altura de varios pisos, recuerda a una de esas secuencias acrobáticas del cine cómico, tipo Harold Lloyd, en la que el protagonista se quedaba colgado sobre la calle.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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