La fotógrafa, pendiente de la correspondencia, encuadra este par de ojos de buzón. Ojos como portezuelas de hierro engastadas en montura de piedra. O de granito, bajo inscripción lapidaria: lettere. Da la impresión de que llevan tiempo sin recibir visitas. Tendría la pieza algo de lápida postal, de mausoleo epistolar, si no fuera porque las cerraduras de ambos parecen pupilas girando acompasadamente hacia la izquierda, igual que los ojos de los dibujos animados, y porque las pestañas que cubren sus ranuras aletean una hacia arriba y otra hacia abajo como logran hacer algunos cómicos con sus cejas y párpados, y porque del buzón de la izquierda el pico de algunas cartas recibidas asoma como una admiración, como un guiño.
Fotografía: Teresa Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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