La fotógrafa, que sigue las pistas del juego, se encuentra en una pared de la ciudad este tríptico, que fotografía para desencriptarlo con detenimiento en el respaldo digital de su cámara. El mensaje funciona como una señal trifásica, que se lee de izquierda a derecha: portero automático conduce a la cifra que conduce al buzón. No parece tanto una suma como una frase. Y cada una de las piezas, a su vez, parece haber desarrollado elementos propios, signos subordinados. Similares a unos ojos o a unas sombras. Incluso las sombras adoptan luego otras formas, otras desinencias, como flecha o doble. Y el buzón se convierte en casa. Y la cifra, que es la unidad, resalta alta y en rojo. Como un número de portal o de tablero. Pasatiempos.
Fotografía: Teresa Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez