El fotógrafo, a pie de pista, capta al vuelo este instante de tensión en cada músculo y línea de la escena fotografiada. En el que cada elemento compone y expresa algo. Hasta el punto en que lo que la cámara congela es un paso de danza, suspendido en el aire de la caja, pero a la vez como prendido y tensado de los datos que lo rodean y miden las fuerzas del danzante, a modo de diagrama: una cifra y una palabra que son el pomo y la banderola de la recta que surge del espejo del suelo. Y también el verbo de la acción. Signos que participan del color blanco de la figura central, cuyo cuerpo adquiere la forma de un arco dispuesto a lanzar la flecha, la pelota, que en este caso, nunca mejor dicho, queda fuera de campo.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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