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Binocular

La fotógrafa, al sentirse observada indirectamente, le devuelve la mirada al Monte Cantabria, que bizquea tras los brazos del árbol pelado sirviéndose de ellos como de antifaz. Como para mirar con disimulo el panorama de la ciudad a sus pies. Pero el árbol lo que está es haciéndole señales al otero para intentar alinear la dirección de sus cuévanos, bifurcados a los dos lados de un promontorio nasal. Para que se centre. Pero resulta ópticamente imposible. Sale casi una caricatura quevedesca: visión binocular en el hemisferio de la sombra y ciclópea en el sol, del atardecer. Parafraseando a otro poeta en su cantar, bien puede decirse que los ojos del monte no son ojos porque los veas sino ojos porque te ven. Aunque estrábicos.

Fotografía: Teresa Rodríguez

Texto: Bernardo Sánchez

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