La fotógrafa se asoma al laberinto. Un panteón oceánico formado por bloques de hormigón que edifican almas, rostros, ciudades. Hasta 2711. El techo de un mundo de calles vacías y habitantes desaparecidos. Como sus oficios, voces y enseres. Una extensión urbanizada por el silencio. La imagen aparece cubicada por las unidades, arraigadas en un subterráneo insondable. Muestra una sección de un mapa producto del orden cerrado y letal. La fotógrafa se detiene en un ángulo de los que componen la cuadrícula de brechas. La fotografía revela la naturaleza de una memoria material e inmaterial. De un hormigón ahuecado y traslúcido. Como el monumento que es a cada cuerpo exterminado. Memorial del Holocausto. Berlín.
Fotografía: Teresa Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez