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Campa

El fotógrafo, respetuoso con las señales, se estaciona lo justo para realizar la fotografía, ni un segundo más. Y lo hace en un tramo de la acera donde no se sabe si ésta dobla o se trata del final de trayecto y declina, hasta ocultarse en la linde de la campa. El solar llena con su vacío el espacio que cubre el área más extensa del plano, delimitado por el horizonte de casas de las afueras y un cielo del mismo color que la maleza. No sólo el fotógrafo, sino todo alrededor de la señal acata su orden de prohibido estacionarse. Ni las nubes aparcan, evolucionando rápidas pese a la carga de lluvia que transportan. El fotógrafo me ha llamado para decirme que ya tenía la foto de hoy, pero que había contado con muy poco tiempo de exposición.

Fotografía: Justo Rodríguez

Texto: Bernardo Sánchez

 

 

 

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