El fotógrafo, atravesando en coche la localidad, se detiene en este punto sólo el minuto que le cuesta realizar fotografía, pues el aparcamiento está reservado para el Sr. Médico. Término, Sr. Médico, que conserva el respeto y trato que se otorgaba a las fuerzas vivas, cuando las Crónicas de un pueblo. Parece como si no sólo estuviera escrita la advertencia, en la placa adherida a la señal herrumbrada por los elementos; al revés que el resto de la escena, que es un patio pulcro y ordenado. Parece, más bien, exclamada por todos los objetos que desembocan en la plaza: secuencia de óculos, desde los del registro al de la bajante pasando por los de forja. Vigilantes de que todo el espacio sea para la atención médica. Como debe ser.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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