Saltar al contenido

La palma de la mano

El fotógrafo, que lee en las líneas del paisaje, se aproxima en detalle a la hoja de la vid. Al infinito en la hoja de la vid, como el infinito en el junco del libro de Irene Vallejo. Una hoja de vid que también podría ser aquí, precisamente, una página carnosa de un libro, una primera edición, por supuesto, con siglos en sus poros. O un papiro venoso. En cualquier caso, un texto, o sea, un tejido. Nerviado. O también la vista área de una región, con las arterias que distribuyen e irrigan su territorio. O la palma de una mano. Con el destino a la vista. Todo líneas de vida, que ya han dado su fruto. Pero es la hoja de una vid, que mapea todos sus conductos, vías, estaciones y tonos, entre la ternura verde y las manchas de rojo otoñal.

Fotografía: Justo Rodríguez

Texto: Bernardo Sánchez

 

Los comentarios están cerrados, pero los trackbacks y pingbacks están abiertos.