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Mirador es

El fotógrafo, a la altura de los ojos de la ciudad, fotografía el pestañeo del balcón. Mientras que la ventana mantiene abiertas su pupila y su iris a modo de hojas correderas, la forja del balcón parece una gran pestaña que hubiera descendido sobre el fondo de la pared. Sin embargo, como en los juegos ópticos, depende cómo guiñes tu ojo para ver la imagen, la forja es la del hierro o la de la sombra. Pues el balcón, convertido en un reloj de sol, se transforma en un cubo. También la sombra se proyecta sobre una sección de la ventana. En ambos huecos de la misma cara es importante la zona cegada. El balcón lo fue de una estancia a la que no se puede regresar, y la ventana mantiene bajo sus cristales una franja de boca muda.

Fotografía: Justo Rodríguez

Texto: Bernardo Sánchez

 

 

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