La fotógrafa, atenta a los espejismos, ve cómo se abre una brecha coronada bajo sus pies. Como si se tratara de la pieza de un tesoro que la lluvia ha sacado a la superficie. A la vez que una sección de cielo, que esmalta la playa de arena con su añil. Aparece como podría desaparecer con un simple golpe de viento a ras de suelo o con una simple pisada que la diluiría en ondas, una corona invertida. Y con todos sus engastes desenfocados, o cinéticos, o como borrados por la tormenta que previamente ha arrumbado la bisutería de este imperio. Quedaba cerca el carrusel, que en uno de sus giros ha provocado la ilusión óptica, y que anima a mirar bajo la arena, bajo la cual todo sigue dando vueltas, al son de una música de feria.
Fotografía: Teresa Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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