El fotógrafo, que creía seguir el camino de baldosas amarillas, se topa con este aviso que le trastoca de golpe el horizonte y la caja de pinturas. Quizá porque el camión se ha mimetizado con las hojas del árbol que tiene delante, como en parra, su tonalidad no es la que parece sino la que se enuncia en su remolque: el verde. Todo el mundo puede ver que es verde, y no amarillo, como no era una pipa lo que parecía una pipa en el famoso cuadro. Y es que, así como la sensación térmica ha sustituido a la temperatura, la sensación cromática ha sustituido al color, que ya sabíamos que era un invento del ojo jugando con los efectos de la luz. Es decir, algo muy cercano a lo subjetivo, como este camión de un verde subjetivo.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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