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Ventana al cielo

La fotógrafa, atenta al lenguaje de las ventanas, capta este pasaje perfecto. De las nubes que mueven el cielo con su motor de evolución diurna. Que al pasar a cámara rápida por delante de la fachada de la casa, se quedan prendidas de su cristalería, impresas en el cuadro de su vidrio. Las nubes se miran en la ventana como en un espejo. Se produce un momento Magritte.  Y un teatro de las nubes, también. Porque es de esperar que cuando los visillos se corran y cierren, la sección de cielo se ocultará, hasta la siguiente ocasión en que el telón se abra, vuelva a ponerse el cielo en movimiento y vuelva a lograrse el reflejo. Las dos hojas de la ventana funcionan como dos ojos rectangulares que llevaran montadas las nubes en su entrecejo.

Fotografía: Teresa Rodríguez

Texto: Bernardo Sánchez

 

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