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Western

La fotógrafa, sobre el terreno, encuadra este fotograma de contorno irregular, trapezoidal, con fondo de capricho geológico al fondo. Casi todos los espacios tienen algo de western, de escenario de western, cuando se ven extendidos sobre planicies desérticas, o lunares o fronterizas. Sobre horizontes lejanos. Puedes tener un western muy cerca de tu casa, en el solar de al lado. Te asomas y suena Sergio Leone, o las bolas de arbusto llegan hasta la puerta de tu casa. En coche, se aparecen muchos más westerns, porque el western es un ciclorama al trote, al paso, que se hace a caballo, o en diligencia o en el ferrocarril que iba de Costa a Costa. Y tiene mucho de pintura, y de fantasmagoría. Y de película, claro. Monument Valley, frontera Sur de Utah, Arizona, territorio John Ford y navajo es la geografía exterior e interior del western, y de sus centauros del desierto. Cada uno de sus formaciones constituye un monumento y todo el valle, rojizo, como de una arcilla fabricada con el rojo del cine, compone una escultura. Y una joya de piedra Y una persona. Y un animal. Y una forma. El guante, la mesa, el elefante, el tótem. Pero la fotografía corresponde a uno de los personajes, de las joyas, de los monumentos naturales de Las Bardenas Reales (y reales), Navarra. El Castildetierra es esta fantasía de tierra. Y allí se han rodado varios westerns. Y se han soñado muchos más. Un western cercano.

Fotografía: Teresa Rodríguez

Texto: Bernardo Sánchez

 

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