El fotógrafo, raramente dentro de campo, se sitúa frente a un friso de convoys y tonalidades en paralelo, encajados entre la vía del tren y su tendido eléctrico, que también lo podría ser del cielo. O su pentagrama. Entre la escala de grises que va del asfalto a la grava y el techo azul, la imagen realiza una cata en el terreno, dejando ver sus capas geológicas. Desde el alcantarillado a la catenaria. En el hueco, y sin hacer uso del trazado ferroviario, deslizándose sobre él, circulan, o bien los camiones repartidores de refrescos o bien las casas, ensambladas como vagones. Da la impresión, será un efecto óptico, de que circulan en sentido contrario.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez