El fotógrafo, atento a la gente que pasa y a cada esquina donde algo se produzca, se ve en la proa de la localidad. Y como sincronizados por el reloj que consulta el hombre de la izquierda, se anima al unísono el cuadro. Y sus figuras. Cada una significa un acción: se habla, se saluda, se conversa, se atraviesa una de sus diagonales en bicicleta, se mira la hora. Todo transcurre en un instante en la solana. Un instante irrepetible, con apertura al cielo en su hemisferio izquierdo y al casco urbano en el derecho. Y con su punto de fuga en una farola, que surgida de las casas es como un candil sobre el panorama. Tramo de peregrinaje, por añadidura. Un Calle Mayor de La Rioja. Un día de La Rioja, pleno de luz y relaciones.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez