La fotógrafa, bióloga vocacional, convierte este amplio panorama, captado desde un avión a muchos metros de altura, en una muestra microscópica. Y la geología en histología. El planeta resulta así global y a la vez nuclear. Gracias a esta óptica, que es capaz de transparentar en lo mayúsculo su estructura germinal y en lo inconmensurable su átomo, la sección de desierto se transforma en un páramo celular. Las cotas de relieve propias de un mapa adoptan aquí la forma de una gran membrana, grabada con dibujos de vénulas, glándulas, vasos linfáticos, fibras nerviosas, ganglios, epitelios y vellosidades intestinales. Los Monegros, su tejido, parece en la imagen el aparato de Golgi. O la radiografía de una gran hoja de roble.
Fotografía: Teresa Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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