El fotógrafo, callejeando, se detiene ante esta escena sucedida en festivo, con las puertas de las tiendas cerradas pero no sus ventanas. Porque éste es el día a la inversa, en el que las cosas salen a mirar la calle y a quien por ella transita. Pues es posible que, compra mediante, acaben viviendo en la casa de algunos o de algunas de las que, el domingo, miran el género. Como está cacharrería que se agolpa en el escaparate, e incluso en la misma puerta, a curiosear la parroquia. Pareciera que la mujer que mira el interior estuviera atendiendo la llamada de las lecheras, cazuelas, baldes y quinqués: la batería de una cocina de juguete pero a tamaño natural. Como si quisieran darle conversación y mostrarle su corazón de hojalata.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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