El fotógrafo se detiene ante esta sección del paisaje. El bloque, formado por varios cuerpos en escalera, emerge al otro lado de la carretera. En este punto, no se puede cruzar de un lado al otro si no es fotografiándolo. La línea discontinua impresa en el asfalto marca la delimitación. Y los cables del tendido eléctrico. El frontis que resulta es un tapiz sobre fondo de ladrillo común. Un paño parcheado por zonas y, en general, como blindado, comunicado al exterior por ventanas y puertas a modo de óculos o escotillas enmarcadas o reenmarcadas en monturas diversas. Cada cual una obra, una edad y una mano distinta. Y todo el monumento es el gran respaldo del banco donde está sentada, desde siempre, la mujer que mira.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez