Resumido en un sólo fotograma. El grupo posa como una figuración perfectamente coreografiada. Miran todos a la misma cámara, aunque cada uno se sabe protagonista de una película distinta. Y de un director distinto. Véase el atuendo. Hay un par de personajes masculinos del Kurosawa urbano: el burócrata del maletín, el del sombrero de ala ancha de medio lao. Dos de Ozu: la pareja senior del lado superior derecho. El del vértice, gafas oscuras, fumador y fotógrafo, lo firmaría Kitano. En ellas, reconocemos a las mujeres de Mizogouchi o de Imamura. La de la pata de gallo es como de Kore-eda, última generación. Pero la del abrigo blanco que se cuela –por lo demás, muy de Naruse– es romana. Es Roma, turistas en orden cerrado.
Fotografía: Teresa Rodríguez – Texto: Bernardo Sánchez