El fotógrafo ha aplicado al empíreo un objetivo microscópico. Esto permite demostrar cómo el cielo disfruta de una biología propia, protagonizada por cuerpos celestes que evolucionan al modo de los organismos unicelulares. Véase esta nube ameba que asciende dispuesta a fagocitar al flagelo modelo espermatozoide turborreactor que atraviesa por la escuadra el portaobjetos. Caso de que el flagelo no se dejara engañar por las formas cambiantes de la ameba y, en consecuencia, librara de su voracidad, ya asoma por el margen inferior derecho la cabeza de otra ameba parásita y proteica que volvería a intentar hacerle la envolvente al motor rotario del filamento y a montar una escenita del género bacteriano-catastrófico.
Fotografía: Justo Rodríguez – Texto: Bernardo Sánchez