El fotógrafo oficia de tramoyista ocasional. Se cala el casco y se mueve entre la escenografía de la comedia urbana. Una escenografía que se está replantando. Y que supone volver a levantar por completo su teatro, pared a pared. El fotógrafo se parapeta en un punto del foro, bajo el telar, tras una sección del viejo decorado: un muro de aspecto claustral, o conventual, o quizás una fortaleza, con la textura porosa del cartón piedra de un drama histórico. Y enfoca su objetivo a través de una ventana con vistas al foso. La ventana está enmarcada en un arco de medio punto cuadriculado por una malla de obra y ribeteado por una greca de circunvoluciones. La pala ahonda en el foso y en la propia arquitectura de la fotografía.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez