La fotógrafa se asoma desde la calle a un bodegón del viejo mundo. Éste consiste en una estantería atestada de facturas, pedidos, albaranes, cuadernos, herramientas, libretas, cables, enchufes, gafas, tarifas, calendarios, guantes, tarjetas de clientes, paquetes de tabaco vacíos, certificados de inspección, licencias de apertura, un rastro de celofanes que sujetaron durante años avisos y números de teléfono en trozos de papel, una calculadora con rollo, un souvenir de Obama y un reloj parado a las 14 horas y 43 minutos de cualquier día. Hora de Chinatown, Nueva York. Reliquias de actividad, de negocio, de vida detenida. Una instalación con destino a la próxima Bienal sobre el paleolítico más reciente.
Fotografía: Teresa Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez