El fotógrafo, en boxes del nuevo tiempo, descubre un parque móvil con ocho unidades del flamante modelo de “tanque de pensamiento”. Los hay para todos los colores. Parecen ventiladores, pero muy al contrario funcionan como un fuerza centrífuga que, al cabo de darle muchas vueltas a las cosas, acaba por amalgamar la masa madre que nos va a permitir encementar la reconstrucción, pieza a pieza. Las hay de diversas capacidades, según el volumen de ideas que se puedan agregar en su tolva. Y también de distinta potencia, tensión y rendimiento, como corresponde a cualquier levadura de lo teórico. Disponen, por eso mismo, de un tren de aterrizaje forzoso. Salen a un “superprecio”. Ya se escucha su motor.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez