El fotógrafo abre temporada. Y muestra cómo está el patio. De butacas. Se parecen más que nunca a los espectadores que las ocupamos. Son como nosotros. Miran y se expresan. Esperan sentadas. Guardan entre ellas, por definición, un distanciamiento brechtiano. Más agudizado, sin embargo, que en la antigua localidad. Este distanciamiento consiste en un efecto “de extrañamiento”. Justo el efecto bajo el que vivimos la representación actual de las cosas. Brecht sacaba carteles y pancartas en sus funciones para mantener atento y crítico al patio de butacas. Para extrañar. Pero no pudo ni concebir uno que dijera «¡Gracias por no usar este asiento!» para resumir el punto máximo de extrañamiento general que ha alterado el drama.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez