El fotógrafo, al borde de la piscina, capta el momento en que el bañista sólo deja como señal de navegación su aleta caudal, acabada en dos pies que parecen dos manos, que aplauden o saludan al cielo. Mientras que el resto de su cuerpo se disuelve en el azul clorado y quieto, sobre una sombra que bracea en paralelo y bajo la figura de cristal que ha provocado el impacto de cabeza. Un mascarón de proa trasparente que gira su perfil hacia la popa. La acción transcurre bajo la atenta vigilancia de la escalera metálica, que avanza sus extremidades hacia el fondo, por si hubiera que intervenir. Esta fotografía es, en estos momentos, el sueño de una mañana de verano y, como el planeta, está cubierta por tres partes de agua y una de tierra.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez