El fotógrafo, en el centro de la turbina, contempla el giro perpetuo de las cosas, a la velocidad de luz. Una luz azul que restalla en la noche como un tifón eléctrico. O como una nave nodriza que aterrizara buscando un encuentro en la tercera fase. En su órbita, todo se difumina como una estela periférica. Un anillo parece girar sobre el otro. La feria, un universal del gira el mundo el gira, produce esta ilusión centrípeta a la vez que centrífuga. El visitante queda hipnotizado por las mil y una estrellas de una cúpula led. Pero en esta barraca del cosmos, llueve; esa lluvia fina de la ciencia-ficción, de Los Angeles del 2019, por ejemplo. Para ese fenómeno atmosférico conviene ir preparado con un paraguas de toda la vida terrestre.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez
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