El fotógrafo comprende una secuencia de cabezas, o de una misma cabeza desarrollada en seis formas o actitudes de constituirse en cabeza, perfecta, pulida y elocuente. Un despliegue en seis giros de un capitel que acusando un viraje de color en su centrum, punto donde la idea se genera y calienta, encadena seis perfiles que la dan la vuelta a la escultura de esa idea, enfrentándola o ladeándola; y finalmente multiplicándola hasta seis modos diferentes de darle vuelta a dicha idea; una gradación del discurso. El friso, simétrico, porque a la realidad le gustan las simetrías, que diría el poeta, se desarrolla sobre el fondo blanco del pensamiento clásico y ante el asombro de propios y extraños por tan apolíneo e intelectual encabezamiento.
Fotografía: Justo Rodríguez
Texto: Bernardo Sánchez